LA GESTIÓN Y LOS LÍMITES
Recuerdo cuando observé en un verano, en una playa Atlántica, en esas tardes placenteras, lo que a mi entender fue una de las tantas situaciones familiares cotidianas.
Brevemente les cuento, que una persona madura ( podría ser el abuelo) descansaba en una típica reposera y fue interrumpido ese momento, por un niño, que podría ser su nieto, quien lo empujó varias veces haciéndole perder el equilibrio, al señor de cabellos blancos, como la luna que ya estaba presente en esa tarde estival. La escena se completaba con los gestos de cierto mal humor del abuelo y las risas de los adultos, que supuestamente serían los padres del eufórico niño.
Esta situación, fue un tema de conversación y de análisis con mi esposa Ester, ¿por qué?
El límite en la formación de una persona es fundamental. Una madera es tal, porque tiene un ancho, largo, espesor. Es decir, al talar el árbol, se le aplicó un límite, adquirió una dimensión. Luego, esa madera, se la limitó y se la transformó en una mesa.
En síntesis, árbol, tronco, madera, por la acción de los límites dados por el hombre, se logro la identidad, llamada mesa.
Toda persona en formación y ya formada, sea un bebé, niño, púber, adolescente, joven, adulto, anciano, necesita del límite para crecer, para ordenarse interiormente y así lograr su verdadera identidad de mujer y de hombre
¨Todo está permitido, pero no todo es conveniente¨, como nos dice, San Pablo, me ayuda a revalorizar el sí y el no del adulto padre/madre, gerente, director, orientador de una familia, de una empresa, instituciones, etc., que se supone está en condiciones de ejercer un liderazgo formativo.
Se trata de una Gestión que ejerza los límites para ayudar al crecimiento de la persona que lo necesite y creo que todos lo necesitamos en mayor y menor medida:
Hacer crecer las capacidades y talentos recibidos para que den frutos hasta el final de la vida
Cuando el límite se establece con imposición, por ejemplo, lo hacés ¨porque te lo digo yo¨, esto no ayuda a la persona. En vez de educar se la adiestra.
¿Por qué es negativo?
Porque al límite le está faltando un valor que la sostenga, que le dé fundamento, una razón valedera. Si un gerente, director, madre, padre, amigo/a, etc., aplica un límite (norma) a su empleada/o, hija/o, etc con un sentido, con un valor, es seguro que se la va a aceptar, porque la persona descubre que la aplicación de esa norma lo conduce a un valor que le hace bien a él/ella y a los demás.
Pero, esta propuesta de Gestión requiere un cambio en la forma de pensar, una corrección en el timón. Si se eleva la voz permanentemente originando gritos, si se imponen criterios en el trabajo, en la familia, en general, puede reaparecer una forma de gestión autoritaria disfrazada de sonrisa.
El límite hace mal cuando es excesivo y produce una carga; cuando no es reflexivo. También hace mal la falta de límites y cuando se lo aplica sin amor.
Insisto, paciente lector, no perdamos de vista el rumbo, para que la nave no viaje a la deriva. Ni permisivos, ni represivos. Trabajemos todos por una Gestión con límites, fundamentado en valores, como sujetos con capacidad de amor, de asombro, solidario, responsable, aceptando los errores, las diferencias y con un profundo sentido de la VIDA
Comparto un pensamiento de Víctor Frankl: ¨Cada instante es único e irrepetible. Sólo pasa una sola vez por la vida de cada hombre.¨ ¿Qué esperamos para llenarlo de vida?
¡Gracias por estar!
Jorge Alberto Herrera
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