LA GESTIÓN Y LA SERENIDAD

Permanentemente vivimos en tensión entre lo que deseamos ser y lo que en realidad somos; entre lo que buscamos y lo que logramos.

Esa tensión necesaria para vivir, en situaciones límites, nos puede jugar en contra, haciéndonos tomar decisiones equivocadas.

En especial, me refiero cuando nos altera la capacidad de reflexionar sobre lo que nos ocurre y sucede a diario. En ese caso, la GESTIÓN se ve perjudicada. Colóquele usted lector, el ejemplo que desee. Puede ser una enfermedad, la muerte de un ser querido, etc.

Es muy difícil salir de la tormenta. Más, querer salir de un defecto, superar una debilidad. A veces se experimenta cierto desánimo frente a las respuestas de colegas, de personas en las cuales se confiaba. Comienzan las crisis, esto es, una sensación cada vez má evidente de los límites de la propia energía.

El hombre percibe que hay un exceso en el trabajo, en la lucha, en la responsabilidad. Las exigencias se hacen cada vez mayores. Pensemos, en lo que significa mantener en pie un hogar, sacar adelante una familia, realizar una profesión, dirigir una empresa, cumplir funciones públicas trabajando por el bien común. Todo lo que hay implicado ahí en personas, cosas, fuerzas, órdenes, tensiones, interpretaciones, deseos de poder, rivalidades, etc.

Aparece el desánimo, que no se puede cambiar nada desde la GESTIÓN. Sin embargo, el clima enrarecido que a veces se instala en las instituciones, ¿depende de quién?, ¿qué se puede hacer?. No quiero caer en recetas fáciles.

En realidad, dependerá de las actitudes de todos los que integran esa institución, sea la familia, la empresa dedicada a la educación, salud, etc., en buscar, las mejores alternativas desde la reflexión orientado al compromiso cotidiano.

· Una de esas alternativas es desear, buscar y encontrar un espacio de pensamiento reflexivo

· Cuando pensamos que nosotros no nos equivocamos nunca, nos colocamos en el lugar de sombra

· Puede que un directivo domine los instrumentos de GESTIÓN, pero, que no haya logrado su propio equilibrio y armonía interior frente a las pasiones, a la larga encontrará, serios obstáculos en su GESTIÓN, porque las necesidades y afectos que no han llegado a hacerse conscientes son proyectados sobre los colaboradores. Para que se entienda mejor, es como si le entrara arena al engranaje, a la larga se empasta

· Cuando en nuestra condición de directivos comenzamos a encerrarnos en nosotros mismos, a reducir cada vez más el círculo de consejeros, el ego crece y quiere ser el primer violinista

· La arrogancia nos lleva a que dejemos de aprender

· La persona serena, es aquel que se caracteriza por ver y aceptar las limitaciones, las insuficiencias y las miserias de la vida. Esto no significa abandonarse y relativizar llamando bueno a lo injusto, que pase por alto el desorden, el sufrimiento.

· Muy por el contrario, el hombre sereno, vuelve a comenzar una vez y otra, tantas veces como sea necesario. Siempre es posible salir, mejorar, aunque el medio diga que no.

· El hombre sereno es aquel que desde su GESTIÓN ve las cosas tal como son y no se deja llevar por sus estados emocionales.

En definitiva, paciente lector, el hombre sereno, es aquel que puede tomar las mejores decisiones desde su GESTIÓN, empezando por el timón de su vida, luego, siguiendo, con las profesionales.

Tiene que ver con una mirada orientada al fondo de las cosas.

Tiene que ver con un modelo nuevo de GESTIÓN, en donde se supere esa mentalidad de gerentes angustiados sólo por hacer carrera, sino en personas íntegras, que susciten vida entre sus colaboradores, que les den ánimo para que ellos busquen sus propios caminos y se atrevan a encontrar soluciones nuevas, ante un mundo tan complejo y tan rico en oportunidades.

Fuente:

GRÜN, Anselm. Orientar personas, despertar vidas.

GOLEMAN, Daniel. La inteligencia emocional.

GUARDINI, Romano. La aceptación de sí mismo

Síntesis: Jorge Alberto Herrera