…DESCUBRIENDO CAMINOS…
Después de compartir experiencias de vida con adolescentes que visitaron a personas residentes en un Hogar de ancianos, en Plottier, tan profundas y ricas vivencias, me animaron e impulsaron a compartir, sin imponer nada a nadie, estas reflexiones, realizadas un sábado muy temprano, en este final de agosto, que poco a poco anuncia la llegada de la primavera.
Las personas permanentemente necesitamos expresar las emociones, encontrando las palabras más adecuadas. También, la de pertenecer a una institución, sea ésta civil, religiosa, laboral, social, cultural, deportiva, etc. ¿Por qué?, me pregunto. Tal vez, sea por la naturaleza que impulsa a vivir con otros, junto a otros seres humanos, sin amontonarnos, desde una identidad personal madura y asumida. En fin, en este momento de la historia, en la que cada uno se mira a su propio ombligo, también, existen tantísimas personas que dedican gran parte de su vida a escuchar al otro, a simplemente estar, a quiénes mucho valoro y agradezco, tal vez, sea yo el resultado de la ayuda y la confianza de muchos que depositaron en mí, empezando por mis queridos Padres.
En este caso puntual, me refiero al valor de poder trabajar, tan descuidado, en especial desde los 90, cuando se rompió una vez más esa enseñanza bíblica que nos vincula al saber hacer: ¨ganarás tu pan con el sudor de tu frente¨, que a lo largo de la historia, tantas veces se dejó de lado, por las crisis del modelo capitalista tan conocidas en el mundo, y en especial, en la Argentina, por los que ya tenemos algunas décadas de experiencia y no sabiduría todavía.
Estoy de acuerdo que desde el Estado y desde las ONG se ayude a muchísimas familias que por motivos diversos necesiten salir de esa situación de marginalidad o de privaciones básicas.
Creo que, avanzando en mi insistencia, necesitamos activar y generar más desde los espacios existentes: familia, escuela, club, instituciones religiosas, etc., más espacios de VIDA. Me refiero a espacios reflexivos, en los cuales se oriente a descubrir el sentido de la existencia, a estimular la expresión de las capacidades o talentos que cada persona le ha sido confiado y asumir las propias limitaciones, miserias y frustraciones. Si observamos detenidamente, pareciera que con el poderoso don dinero todo se puede comprar y consumir. ¿Es así realmente?.
La mayoría de nosotros dedicamos más horas al trabajo que a los vínculos. Con más razón el trabajo debería mejorarse, hasta lograr ser un espacio de expresión, de puesta en práctica de los valores de la persona, aquellos de los que hablamos en los discursos cotidianos; propiciando el encuentro humano, de aprendizaje, cooperación, trabajo en equipo, etc., etc.
Si por el contrario el trabajo se vuelve sin sabor, si da lo mismo qué y cómo se lo hace, es decir, si está vaciado de sentido, se convierte en un espacio de insatisfacción, de aislamiento emocional, de endurecimiento en las relaciones (soy más que vos…), de competencia feroz (sólo se trata de vender y vender)
Creo que la clave, es sentirse sujeto, es decir, una persona y no sólo un instrumento o herramienta para conseguir más rentabilidad en una empresa o eficiencia pura.
Creo que esa es una de las tareas que debemos recuperar: el sentido de lo que se hace, pues, se trata de espacios de vida. También, expreso, que existe un paradigma laboral que busca lograr en las personas un rendimiento a ultranza, que no sólo se verifica en la relación empleador-empleado, sino, también, cuando se trabaja por cuenta propia. Se debe estar muy atento porque un grupo, una institución, una comunidad, una familia, se la conoce por la forma en qué y cómo hace su trabajo.
Unirnos desde las decisiones personales, para trabajar en espacios con más sentido, es una de las claves y desafíos trascendentes, frente a tanto vacío existencial.
Gracias por estar!! Jorge Alberto Herrera, educador contemporáneo.
RSS feed for comments on this post. TrackBack URI