LA GESTIÓN DE LA PROPIA EXISTENCIA: ¿quién se anima?
Hace un tiempo leía un artículo de Norberto Fernández Lamarra, acerca de la tercera revolución. Él sostiene que la primera fue la aparición de la imprenta; la segunda, la masificación de los libros y de los periódicos.
En la Universidad de Harvard, su biblioteca requirió casi 300 años para reunir el primer millón de libros. Ahora, bien, el último millón de libros lo alcanzó en sólo 5 años
La tercera revolución es de Internet y la web. Se estimaba en el 2007 que existían 8000 mil millones de páginas web y crecen a un ritmo de 2 millones por día.
¿Y cuál es el planteo?
El rol actual de la escuela, de la educación Superior no es el de transmitir información sino el de enseñar a seleccionarla, evaluarla, interpretarla, clasificarla, procesarla y usarla.
Esto lleva a nuevos planteos y desafíos para la educación y la Universidad: el profesor y el texto han dejado de ser soportes exclusivos; el conocimiento ha dejado de ser lento, escaso y estable; la escuela y la Universidad ya no son monopólicas; las tecnologías de enseñanzas tradicionales ya no son las únicas disponibles; las competencias, el aprendizaje y los tipos de inteligencia tradicionales están perdiendo pertinencia y validez
Hoy la educación y la Universidad ya no se identifican con el Estado Nación, por efecto de la globalización, la trasnacionalización y la educación virtual.
Esto genera incertidumbres en lo social, familiar y personal.
No sería oportuno replantearnos, los adultos algunas cuestiones:
¿Qué esperamos de los jóvenes?
¿Cómo podemos llegar mejor a ellos?
¿Cómo gestionamos el conocimiento?
¿Cómo educamos nuestra forma de pensar?
Frente al posible desconcierto e invasión de las informaciones, se termina aceptando en forma pasiva sin reacción, consumiendo sin espíritu crítico lo que se ofrece. El pensamiento débil se entrega.
Ejemplos de vicios en la manera de pensar acerca de la realidad cotidiana:
· Generalizar, por ejemplo, expresando ¨todos roban¨; ¨todos los políticos mienten¨; ¨tal persona no cambia más¨, etc.
Lo correcto es: ¨algunas personas roban¨, etc
· Hablar permanentemente sin pensar lo que se dice, es hacerlo exclusivamente de lo emocional y visceral. Con esta actitud queda enredado el que se expresa de ese modo, porque ni se acuerda de lo que dijo y el que escucha, también se aturde por tanto ruido, pudiendo reaccionar mal complicándose en un diálogo de sordos.
Lo saludable es que la comunicación sea higiénica, en la que cada uno se exprese con sinceridad, hablando de las acciones que no gustaron, sin dañar a la persona real. Pues, merece el respeto porque es una persona con dignidad, aunque se haya equivocado y haya generado mucho dolor
· Hablar desde lo negativo de manera permanente, casi en forma inconsciente. Ejemplo: ¨ese proyecto no va a funcionar¨, etc.
Lo conveniente y necesario es descubrir que uno no es el centro del mundo, que vivimos juntos a otros, que es saludable que a otras personas le vaya bien.
Uno de los desafíos es el de estar dispuestos a seguir creciendo, aprendiendo con decisión a mejorar la forma de pensar, siendo más reflexivo y a no reaccionar como adolescente cuando me dicen algo que no me gusta, como me decía, una persona muy querida y respetada, el P.Juan.
Pacientes lectores, como verán a esta altura de las reflexiones, estamos viviendo la tercera revolución, tenemos muchas computadoras para buscar informaciones, pero, según mi entender, no tenemos tantos guías.
¿Quién es guía?
Guías son las personas que nos enseñan o ayudan a ¨humanizarnos¨, a pensar, a reflexionar, a tomar decisiones, a ser más responsables, a aprender a autogestionar lo cotidiano, a vivir perdonando, ayudando a quien lo necesite.
La exigencia de cada día es tal que debemos estar preparados para enfrentar no solo el mundo en el que vivimos, sino nuestras propias debilidades.
¡Gracias por estar!
Jorge Alberto Herrera
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