La educación, los contenidos y los proyectos interdisciplinarios

Si tomamos el ejemplo de la enseñanza de la historia, la tarea puede consistir en un trabajo que busque penetrar en lo más profundo, en el núcleo sólido, en el cristalino (una palabra que los geólogos la consideran como sinónimo de consistencia). Iniciando a los jóvenes en la comprensión de los complejos procesos de luces y sombras de la historia, afianzando una mirada abierta, crítica del pasado, sin fanatismos; presentando una propuesta de integración entre la llamada cultura ilustrada y la cultura popular. Superando una visión recortada de nuestro proceso de formación de la identidad argentina, sin excluir a nadie, pero, revalorizando, en especial, a los que más han sufrido y más necesitan de nutrirse no sólo del alimento diario, sino, además, del alimento de la cultura.

Pareciera que en la historia, el hombre ha quedado sofocado con frecuencia entre dos polos: el estado y el mercado, quedando reducido solamente como productor y consumidor, o bien como objeto de la administración del estado. Pero, si profundizamos la mirada, como decíamos, buscando el cristalino, nos encontramos que la convivencia entre los hombres no tiene como fin ni el mercado ni el estado.

¨El hombre es, ante todo, un ser que busca la verdad y se esfuerza por vivirla y profundizarla en un diálogo continuo que implica a las generaciones pasadas y futuras¨(Centesimus Annus. Carta Encíclica de Juan Pablo II a sus hermanos en el Episcopado, al Clero, a las familias Religiosas, a los Fieles de la Iglesia Católica y a todos los hombres de buena voluntad. 1991)

Creemos, en la necesidad de ayudar gradualmente al alumno a ubicarse en este mundo de una manera más consciente y a conocer la realidad de una manera más crítica y más fraterna. Empezando por el descubrimiento y la aceptación de su propia persona, de su propia historia y desde ahí caminar para una realización más plena. ¡Qué desafío!

Hoy pareciera que se busca solamente el ¨conocimiento útil¨, el ¨divertir para educar¨, el no poder reaccionar frente a una avalancha de datos sin procesar, que aturden, sin acercarnos al conocimiento profundo del que hablamos. Pareciera que existe una preocupación central en nuestra sociedad: que aquello que deban aprender los jóvenes sólo les sirva para la vida profesional y al beneficio económico exclusivamente, un cierto ¨pragmatismo del conocimiento¨.

Creo que el desafío es revalorizar el lugar de la cultura en la formación que se ofrece en las instituciones, integrando el conocimiento a la vida cotidiana y un trabajo de fortalecimiento de los vínculos a trabajar en cada asignatura. Esta es una propuesta concreta de trabajo:

  • El vínculo con uno mismo: afianzando el sentido de la existencia a través de los interrogantes que llevan años en responder, o quizás toda una vida, ¿Quién soy?, ¿Qué busco?, ¿Cuál es el fin de la vida?. Se aspira lograr un trabajo institucional y aúlico que fortalezca el pensamiento reflexivo, descubriendo que todas las personas poseen talentos y limitaciones. Trabajar el lenguaje es una forma de ordenar el pensamiento, de profundizarlo, de robustecerlo y de expresarlo. En la vida de una persona, el lenguaje y la conciencia de sí mismo se desarrollan juntos. En la vida de un pueblo ocurre lo mismo. A mayor conciencia, mayor riqueza del de lenguaje. Así también, a menor desarrollo emocional, intelectual e incluso espiritual, más pobreza en la comunicación, somos confusos, nos aislamos, aunque creamos que nos comunicamos. Trabajar la palabra ayuda a ser más libres, nos permite mejor lo que vamos a decir, hace más claros nuestros mensajes, fortalece nuestras ideas. Las grandes preguntas que nos hace la vida, nos estimulan a buscar palabras para construir respuestas. (Sostiene Barcia, Pedro, Presidente de la Academia Argentina de Letras)
  • El vínculo con los demás: afianzando la aceptación del que piensa, siente y se expresa en forma diferente, cultivando una actitud de respeto y de ayuda solidaria a todos, pero, en especial, al que sufre, al que está limitado en el conocimiento y en situación social, económica, cultural. Por lo cual se hace imprescindible adquirir y profundizar un pensamiento reflexivo y solidario.

  • El vínculo con la naturaleza: incentivando el respeto al medio que nos rodea como creación divina. Dominándola para mejorarla, pero, no destruyéndola. Incentivando la contemplación frente al misterio de la vida y el compromiso asumido cotidianamente en el cuidado de la vida en todas sus formas. Por lo tanto se hace necesario organizar en las instituciones proyectos transversales de mejora de la calidad de vida, entre los niveles y con proyección comunitaria.
  • El vínculo con lo trascendente: proponer desde lo vivido libremente y no imponiendo nada a nadie; incentivando en los distintos ambientes de trabajo, de reunión,  una actitud humilde, de pequeñez frente al misterio de la vida, dejando de lado la omnipotencia que destruye los vínculos. Que podamos reconocer ¨que el Señor es mi fuerza y mi escudo, en ÉL confía mi corazón¨, como dice el salmista.

La tarea que nos convoca, consiste en superar las propias contradicciones que tenemos y que se observan, también, en las instituciones, dejando de lado la insistencia en conocimientos basados en aprendizajes memorísticos, sin conexión, ni vinculaciones, insípidos, que los alumnos deben repetir para aprobar exámenes, teñidos de rigurosidad y que en muchos casos están desconectados de la VIDA

Se trata de proponer un trabajo basado en proyectos integrados, interdisciplinarios, en los que se privilegie un conocimiento rico, sustancioso. Para ello, la insistencia de trabajar con el otro, aprendiendo entre colegas, intercambiando lo que se sabe y recibiendo lo que no se sabe del colega. Esta propuesta se basa en la cultura de la colaboración.

Jorge Alberto Herrera

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