…¡SOY VEHEMENTE!…
A lo largo de mis seis décadas de vida, gracias a Dios y a las personas que con paciencia y amor, me han ayudado, puedo expresar que continúo en mi persona el combate espiritual.
He buscado el significado de: • VEHEMENCIA: PASIÓN, ENTUSIASMO E IRREFLEXIÓN EN LA MANERA DE DECIR ALGUNA COSA. ÍMPETU • VEHEMENTE: SE MANIFIESTA CON FUERZA, VIVEZA, PASIÓN. SE APLICA A LA PERSONA QUE OBRA CON PASIÓN Y DE FORMA IRREFLEXIVA, DEJÁNDOSE LLEVAR POR LOS SENTIMIENTOS O LOS IMPULSOS.
Veo claro, que está en juego esa fuerza dinámica que puede ayudar o no a tomar una decisión, o bien para emprender algo y que puede ayudar a afrontar sus dificultades. Me refiero a la llamada agresividad. La misma puede ser una fortaleza y una debilidad. Va a depender del dominio de sí mismo y de la madurez del sujeto para darle sentido y así evitar que se desboque como un caballo salvaje.
Comparto, paciente lector/a, un ejemplo que nos puede ayudar a clarificar aun más el tema. Observemos a la naturaleza, como obra que nos ha sido dada, concretamente, sus elementos: aire, agua, tierra y fuego. Un río impetuoso baja, arrastrando impetuosamente todo lo que encuentra a su paso. Así, se manifiesta mi persona, en determinadas situaciones…y no está bien que lo siga haciendo…Pero, ese mismo río, si se toma la decisión, puede ser útil para la VIDA. Ese es mi deseo con mi persona…
Para finalizar, deseo expresar que la:
• Verdadera sanación pasa por el perdón sincero. • Reconociendo que TODOS nos equivocamos. • El rencor es actualizar el enojo cada vez que veo a esa persona/s que hicieron mal • No hace bien a la persona creerse que es malo, ni bueno totalmente • No hace bien pensar que a mí estas situaciones no me pasan
Creo, en educar desde el corazón, considerado éste no como músculo, sino como sede de la interioridad, es en donde se toman las decisiones más trascendentes de la vida de la persona. Es allí donde el ser habita, y la verdadera identidad aflora. (Pedagogía cordis)
Para finalizar transcribo parte de una oración: ¨Reconozco, con verdadero dolor, que mis actitudes y actos han oscurecido mi condición de hijo de Dios y han causado daño a mis hermanos. ¡Quiero seguirte de nuevo por la senda del Evangelio y reconstruir, desde la caridad, lo que mi egoísmo destruyó sabiendo que donde yo he puesto el pecado, Tú pones siempre la gracia!
Jorge Alberto Herrera. Educador contemporáneo
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