Jorge Herrera en Línea

EL HORNERO Y REFLEXIONES COTIDIANAS

El hornero es un pájaro de pecho blanco y pico arqueado, construye su nido en forma de horno, de ahí su nombre. Hace algunas semanas en mi casa observé la presencia de dos horneros que permanentemente con su canto, despertaron mi atención hacia sus movimientos. Paciente lector/a podrán ver en las fotos su existencia. Deseo compartir mis reflexiones, sin imponerte nada. Tampoco es una bajada de línea, ni esquema dogmático. ¿Y qué es?

Creo que se trata de expresar vivencias de la vida diaria conectadas con un mundo interior de alguien que se presenta como un caminante en búsqueda de la verdad que sueña con un mundo más fraterno…

Espero no aburrirte. Sí deseo que te ayude a encontrar tus razones por las que vives. Algunas observaciones que deseo compartirte:

En primer lugar, el hornero BUSCA SU LUGAR, no cualquier lugar. Descubro ciertos requisitos: en este caso, se lo ve en la foto, buscó con su instinto hacerlo en un lugar alto, protegido. Canta y trabaja desde el amanecer y cuando lo hace es curioso observar como vibra todo su cuerpo. También denota al caminar una elegancia, con su cabeza en movimiento y lo realiza aún con un viento de 40 km la hora. También descansa, porque desaparece por varias horas, en especial, cuando el sol pega con fuerza en estas latitudes.

Hasta aquí una breve descripción, pero, ¿qué me motiva a compartir estas reflexiones?.

¿Qué nos ocurre a los seres humanos?. Criticamos gran parte del día desde temprano, olvidándonos de dar gracias al autor de la VIDA por abrir los ojos, estamos tan apurados en las urgencias que postergamos el tiempo personal, para mirarnos en nuestro interior, en especial, ¿cómo estamos con nuestra propia existencia?, ¿qué nos impide ser más solidario con el otro semejante?, ¿cómo nos cuesta vivir junto a otros, aceptarlos?

Se observa en la sociedad expresiones manifiestas con más violencia en las reacciones, en las respuestas, ante las carencias, marginaciones y exclusiones de todo tipo; el consumo de las drogas avanza, llegando a captar a parte de nuestra juventud, la reserva más preciosa que tiene la sociedad, junto a los ancianos. Violencia por conseguir la tan deseada propiedad privada por mucha gente que ha quedado marginada, me refiero a la toma que en estos días se está dando en Bs As., en el Parque Iberoamericano. También, le es difícil lograrlo para nuestros jóvenes, con sólo su esfuerzo no les alcanza. En realidad, todos los argentinos tendrían que poder alcanzar al tan casi imposible derecho a la propiedad, con trabajo mejor pago y con mejor calidad de vida. El derecho de acceder a una vivienda digna, a construir su casa y poder abrigar a la familia. El ejemplo de la cultura del esfuerzo.

Sin embargo, existe otra dimensión de la sociedad que existe y no es noticia, pero, está presente todos los días sin descanso. Me refiero, a esos hermanos nuestros que cumplen con su trabajo con dedicación responsable hacia el otro. Y lo realizan como servicio, a pesar del limitado salario. Destacándose las enfermeras/os, médicos, docentes, profesionales, emprendedores, trabajadores, colaboradores, voluntarios, policías, políticos, etc. Pues, no todo está perdido ni mucho menos. Me atrevo a expresar algunas líneas posibles para ayudarnos a reflexionar y orientarnos a implementar cambios positivos en este siglo XXI:

• Dedicarnos con más tiempo y profundidad a la propia formación humana. Es decir, orientar las acciones para asumir lo humano lo mejor posible, expresando los sentimientos y el afecto en los momentos agradables y en las situaciones límites que la vida nos ofrece. Es la primera vocación: asumir lo humano a pleno. En ese sentido la tarea educativa nos puede ayudar para educar la voluntad, cuidar el cuerpo, orientar el pensamiento emocional hacia actitudes positivas, resilientes; evitando las actitudes reactivas en las relaciones, etc.

• Descubriendo que cada día nos ofrece la oportunidad de cultivarnos más como persona desde las propias capacidades y limitaciones, pues, estamos llamados a CRECER hasta el último momento de la existencia. La mente humana cuando se cierra, no nos deja ver la realidad tal cual es, debido a esas turbulencias emocionales del pensamiento, acompañadas de esas expresiones tan escuchadas: no se puede hacer nada, no vale la pena, etc., el adverbio encabezando las construcciones que no se puede hacer nada por mejorar, impidiendo estar agradecidos por estar vivos. La palabra es la herramienta de la cultura adquirida por la educación para aprender a ser, a vivir con el otro, a hacer y respetar la naturaleza

• La sedimentación en las informaciones, es la clave de un aprendizaje serio, profundo, que llega a convertirse en convicciones, en saberes significativos. Es cuando uno siente algo en las tripas, en el corazón y se le aclara en el pensamiento y lo expresa con alegría. Se puede decir, que vibra todo el cuerpo cuando se aprende. (vale la comparación del hornero cuando lo ví que vibraba su cuerpo al expresar su canto. También vale cuando lo observé que con su pico llevaba agua, pasto y lo mezclaba hasta convertirlo en barro). En el aprendizaje de la persona a la que hago referencia se da un poco esto, es decir, cada persona para aprender lo tiene que desear desde adentro, dedicarle el tiempo propio, amasar el conocimiento hasta lograr el sedimento que lo convierte en un saber, es decir, es un capital cultural, como dice, Bourdieu. Muchas veces escucho de personas adolescentes, de jóvenes y maduros, para que sirve tal o cual estudio o conocimiento y la acreditación académica para tal o cual carrera, cuántos que estudiaron hoy no tienen trabajo, etc. Sin desear polemizar, les respondo, que hoy no se tiene trabajo, pero, se puede tenerlo; además, el saber adquirido es un capital que puede ayudar a ser mejor persona si me lo propongo, a identificar conflictos, a buscar caminos de felicidad, encontrando el sentido a la existencia, a escuchar al otro, a descubrir capacidades y limitaciones, etc

• La educación plena, la salud como prevención, la alimentación asegurada, el cuidado de la familia como institución básica y esencial para preservar la vida, el trabajo como escuela de crecimiento en la persona, el respeto a la dignidad del hombre considerado como persona, etc,, son pilares esenciales para que se conviertan en verdaderas políticas de estado. Las mismas deberían surgir de acuerdos políticos entre los distintos partidos, gane quién gane, se tendrían que cumplir para beneficio de la sociedad. Dejar de trabajar para ganar una elección política para trabajar para las generaciones venideras, consolidando las instituciones republicanas. Esto se puede lograr con más educación de la persona, desde los valores que la enriquecen. Es posible hacerlo cuando se deja de lado la omnipotencia y la soberbia, pues, las mismas nos alejan de la búsqueda del bien común y empobrecen la vida y las relaciones comunitarias.

Para concluir con estas reflexiones extractadas de la vida cotidiana, les comparto sin imponerles nada a nadie, que desde la educación se puede aportar para el cambio un eje centrado en la formación del sujeto que aprende y orientada a aprender a emprender, a aprender a cuidarse, a seguir aprendiendo con nuevas modalidades para el aprendizaje.

Y desde una educación basada en valores que respeten a la persona por lo que es y no por lo que tiene y muestra. Los valores son reales porque de alguna manera nos acercan al autor de la VIDA, del tiempo y del espacio.
Camus lo intuía cuando lo puso en boca de Quereas el alegato de las razones para vivir: ¨ es insoportable ver cuando desaparece el sentido de la vida. No se puede vivir sin razones.¨

Y finalizo, paciente lector, con lo expresado por Tomás Moro, Canciller de Enrique VIII: ¨No es la vida lo más importante sino las razones por las que vive¨. Vale la pena intentar cada día al abrir los ojos descubrir las razones que cada uno tiene para VIVIR y empezando por cada uno, la sociedad mejora. ¡ Se puede hagamos el intento!

¡Gracias por estar! Jorge Alberto Herrera, educador contemporáneo